Administración general en Al-Andalus

En el artículo de hoy vamos a ver como se articuló el poder y la administración en Al-Andalus. Dada su extensión, tenemos que entender que algunos de estos aspectos no fueron inmutables desde la llegada de los musulmanes a la península hasta la disgregación del Califato de Córdoba. Sin embargo, pretendemos sintetizar lo suficiente la administración andalusí como para que pueda servir de puerta de entrada al funcionamiento del poder musulmán en la península.

Valiato, Emirato y Califato de Córdoba

 

Primero de todo, lo que conocemos como Emirato de Córdoba se consolida a partir del año 756 d.C., mientras que los musulmanes llegan a la península en el 711 d.C., por lo que antes le correspondía otra fórmula. Esta formula era la de un territorio dependiente del Emir de Ifriqiya, recordemos que Ifriqiya era la administración islámica que se instauró en el norte de África décadas antes de la llegada de los musulmanes a la península.

En este periodo de dependencia del Emirato de Ifriqiya, en Al-Ándalus gobernaba un Valí, que era una figura de gobierno provincial. El Valí era nombrado desde el centro de poder de Ifriqiya o desde Damasco y en este periodo tenemos que destacar al Valí Al-Hurr que trasladó la capital de su territorio desde Hispalis a Córdoba.

Progresivamente, el Valí de Córdoba comenzó a depender cada vez menos del Emir y a actuar con mayor autonomía. La transformación de Al-Ándalus en Emirato llega en el 756 d.C. cuando Abderramán I se proclamó Emir al llegar a la península. La historia de Abderramán es la de la caída de los Omeyas, éstos eran la familia gobernante del imperio islámico y en el 750 d.C. fueron derrocados por la familia de los Abasíes. El único superviviente Omeya fue Abderramán que estuvo seis años huyendo de los Abasíes hasta que llegó a la península ibérica y tomó el poder. Tanto la lejanía de Córdoba con Bagdad (capital abasí) como la legitimidad de Abderramán por ser de la familia Omeya contribuyeron a estabilizar su poder.

Con la creación del Emirato de Córdoba se consiguió una independencia política y administrativa de Al-Ándalus con Bagdad, sin embargo, se seguía manteniendo una dependencia espiritual, pues el título de Califa también supone ser el director de la comunidad musulmana, el líder religioso. No será hasta Abderramán III que en el año 929 d.C. romperá definitivamente las relaciones con Bagdad proclamándose califa y aglutinando el poder político, militar, judicial y religioso en Al-Ándalus.

Tanto en el Califato de Córdoba como en el Emirato, el cargo de Califa y Emir eran hereditarios en los hijos varones del gobernante, pero no tenían primogenitura en la sucesión por lo que cuando el gobernante alcanzaba una avanzada edad o moría, solían suceder luchas internas familiares para acceder al trono. Algunos califas buscaron como solución hacer jurar a sus hijos fidelidad a uno de los hijos elegidos por el padre, de forma que se legitimaba más las pretensiones del hijo elegido por el Califa.

Al-Andalus
Mapa en el que se muestra la máxima expansión de Al-Andalus durante el emirato dependiente. Siglo VIII.

Administración central o de palacio

 

El centro del poder político y administrativo de Al-Ándalus estaba situado en el palacio del Emir o el Califa (según el periodo) de una forma muy similar a lo que sucedía en las monarquías europeas contemporáneas como la carolingia.

Aunque la figura del Califa era el poder superior militar, político, religioso, judicial y administrativo, debido a la enorme cantidad de funciones a desempeñar e incluso por la propia personalidad del Califa, era habitual que delegase sus funciones en distintos cargos. Cuando hablamos de que la personalidad del Califa es importante nos referimos a que durante el período habrá Califas que se centrarán más en las tareas de gobierno y otros que menos.

El cargo delegado más importante era el Hagib, sería una especie de jefe de gobierno o primer ministro del gobierno califal. Substituía al Califa en sus funciones políticas, pero dependía y era nombrado por el Califa.

Los visires, figura que seguro que nos suena, eran altos cargos que se ocupaban de un aspecto en concreto de la política de Al-Ándalus. Serían una especie de ministros, generalmente eran cargos ocupados por la aristocracia árabe, pero no lo podemos tomar como una regla general. El conjunto de los visires se denominaba Divan, sería algo así como el actual Consejo de Ministros.

Un colectivo interesante dentro del palacio era la Saqaliba, la comunidad de esclavos de origen europeo que vivían en el palacio. Aquellos esclavos con algún cargo doméstico en el palacio se les llamaba fatá. Como tal este colectivo no tenía jurídicamente funciones de gobierno, sin embargo como convivían en el día a día, con gente que sí que lo tenía, aprendieron a utilizar su presencia en palacio para influir en las decisiones de los altos cargos del Califato. Esto nos puede recordar a lo que sucedía en el Reino de los Francos, dónde la figura del Mayordomo de Palacio, que se encargaba del gobierno de la casa física del Rey, acabo siendo una figura capital en la política franca.

El poder central se comunicaba con el poder periférico a través del Barid, una especie de servicio de correos. Como hemos visto con la Saqaliba, los trabajadores del Barid también son unos sujetos importantes en las tareas de gobierno por su capacidad de influir en las tareas de gobierno y como se comunicaban.

Al Andalus siglo siglo IX
Al Andalus siglo siglo IX

El gobierno territorial de Al-Ándalus estaba dividido en coras y en marcas. Las marcas eran extensos territorios del norte que tenían un trato especial debido a su papel como territorios fronterizos, por lo que se les dotaba de mayor autonomía y poder. Las Marcas eran tres: La Marca inferior con capital en Mérida, la Marca media con capital en Toledo y la Marca superior con capital en Saraqusta. Al frente de cada Marca había un Caid nombrado por el Califa con funciones esencialmente militares pero que con el tiempo fue acumulando otras funciones de gobierno.

El resto del territorio se articulaba en coras, la cora era una provincia, de menor tamaño que las marcas y articulada en torno a una ciudad como capital, no hemos de olvidar que el poder musulmán en la península se articula en torno al mundo urbano. Las coras se subdividían en iqlim que eran demarcaciones de carácter agrario y fiscal. Al frente de cada cora había un Valí, como hemos visto antes, en un primer momento Al-Ándalus era una cora del Emirato de Ifriqiya, puesto que el gobernador era un Valí y dependía de este Emirato.

El gobierno provincial se articula a través de una serie de cargos y vamos a ver algunos de los más destacados.

A los funcionarios de estas ciudades se les conoce como sahib, con una terminación diferente según el cargo. El sahib al-suq era el encargado del comercio y las mercancías del zoco, el sahib al-surta era el responsable del orden público y el sahib al-medina era el responsable de los anteriores y del orden en la ciudad. El sahib al-medina de Córdoba era una persona muy influyente tanto en la política local como en la general de Al-Ándalus

Las ciudades de Al-Ándalus

 

La ciudad se estructuraba alrededor del zoco, una especie de plaza del mercado, y de la mezquita, en torno a estos lugares se articulaban los diferentes arrabales con las viviendas. Muchas de las ciudades de la península ya preexistían en tiempos del Reino Visigodo, salvo algunas que se crearon durante el periodo musulmán o que éste las impulso de sobre manera como Calatayud, Almería, Alcacer do Sal y Murcia.

La ciudad más importante fue Córdoba, a la llegada de los musulmanes en el siglo VIII tendría alrededor de 25.000 habitantes, creciendo durante el siglo IX a 75.000 habitantes y llegando a tener en el siglo X en trono a 120.000-175.000 habitantes.

Después la segunda ciudad más poblada era Sevilla con 80.000 habitantes aproximadamente

Entre las ciudades que estarían por debajo a nivel demográfico tendríamos a Toledo, Granada, Málaga, Zaragoza, Valencia y Almería en torno a los 15.000-50.000 habitantes, según el periodo. Y como núcleos urbanos mas pequeños pero con gran importancia regional tendríamos a Algeciras, Mérida, Badajoz y Murcia, llegando a tener una población cercana a los 15.000 habitantes.

Para quien le interese el tema le recomiendo la lectura de Al-Ándalus (2009) de Ana Isabel Carrasco, Juan Martos y Juan Antonio Souto, de Ediciones Istmo. Otra obra muy interesante es Conquistadores, emires y califas: Los Omeyas y la formación de Al-Ándalus (2011) de Eduardo Manzano, por la Editorial Crítica. También os recomendamos este artículo sobre la nobleza catalana durante la edad media.

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