Cada vez que se habla del pueblo mongol es habitual pensar en unas tribus nómadas, violentas y guerreras, y en la figura de Gengis Khan, el hombre que lideró a los mongoles por toda Asia Central hasta convertirles en el poder hegemónico de las estepas a mediados del siglo XIII. Pocas veces se piensa en lo que ocurrió al Imperio Mongol tras la muerte de Gengis Khan en 1227 y en cómo pudieron mantener el control sobre un territorio que abarcaba miles de kilómetros, desde el océano Pacífico hasta los orillas del río Volga.
Éstas son las cuestiones que busca tratar Marie Favereau, profesora de Historia en la Universidad de Paris Nanterre y especialista en la estepa asiática en época medieval, con su libro La Horda. Cómo los mongoles cambiaron el mundo, publicado en español por la editorial Ático de los Libros. En esta obra analiza el impacto que tuvo el pueblo mongol en la historia medieval a través del estudio de la parte más occidental del Imperio Mongol. Este territorio, conocido como la Horda de Oro, estaba regido por los descendientes del hijo mayor de Gengis Khan y abarcaba parte de lo que hoy es Rusia, Ucrania y Kazajistán.
Para ello, su autora explica el auge que el pueblo mongol tuvo bajo el liderazgo de Temujin, popularmente conocido como Gengis Khan, y bajo cuyo mando los mongoles impusieron su dominio en las estepas asiáticas, derrotando e integrando bajo su mando a todas las tribus de dichas estepas e iniciando un avance imparable por toda Asia Central hasta llegar al Volga. En este proceso entró en conflicto y derrotó al Imperio Corasmio, establecido en lo que hoy es Azerbaiyán y parte de Irán, y con los principados rusos que conformaban la Rus de Kiev, que cayeron bajo control definitivo de los mongoles después del sitio de Kiev en 1240, sometiendo a Rusia. A esto continuarían con diversos ataques contra reinos de Europa oriental, como Hungría y Polonia en 1241-42, si bien no se establecieron en dichas zonas y tras cuyas incursiones retrocedieron a sus territorios del Volga y del mar Caspio.
A partir de este momento, y tras consolidar su situación en Asia Central, el libro detalla ampliamente el impacto y la importancia que el Imperio mongol y la Horda de Oro tuvieron en el mundo medieval al convertirse, más que en una potencia militar, en una potencia comercial, siendo el eje principal de las relaciones comerciales entre Europa y Asia. Esta situación, en un periodo conocido como Pax Mongólica, fue motivada por el desarrollo por parte de los mongoles de diversas rutas y puntos de conexión que confluían en una amplísima red de comunicación, que facilitaba el avance de comerciantes y misioneros por toda Asia, beneficiándose los mongoles mediante los impuestos que establecían a personas y mercancías que transitaban por la zona. A su vez, la autora trata cómo este desarrollo del comercio se encontraba intrínsecamente ligado con la importancia que el pueblo mongol daba a la circulación y redistribución de la riqueza material, ya que consideraban que de esta forma se mantenía el equilibro y el orden en el universo. Ésta es una de las grandes virtudes del libro de Favereau, que no es una mera exposición del avance territorial y comercial de los mongoles, si no que también presta gran importancia a sus costumbres y mentalidades.
El trabajo también hace un gran hincapié en la importancia que la flexibilidad tenía para los mongoles, tanto en lo referente en el trato a su súbditos como en sus relaciones con otros estados. Esta flexibilidad les permitió gobernar sobre poblaciones muy diversas étnica y culturalmente, y cuyo principal ejemplo se puede observar en su relación con los principados rusos, que los mongoles gobernaban de forma indirecta recurriendo a las élites locales, con quienes mantenían una comunicación fluida y constante, para la recaudación de impuestos y sustituyendo a sus dirigentes en el momento en que trataban de rebelarse contra su poder, situación que motivó el auge de Moscú como intermediario ruso ante los mongoles a mediados del siglo XIV debido a las revueltas que tuvieron lugar contra la recaudación de impuestos en Novgorod, epicentro del poder ruso hasta ese momento, y tras las cuales perdieron el favor del kan en detrimento de Moscú. Por otra parte, también se puede observar su flexibilidad con otros lugares, al ser capaces de establecer relaciones comerciales y alianzas con estados tan diversos política y religiosamente como fueron el Imperio bizantino, el Sultanato mameluco de Egipto o la República de Génova, y que les permitía acceder de esta forma a materias provenientes de la zona del Bósforo, el Nilo o el Mediterráneo.
Fue a partir del siglo XIV cuando el poder de los mongoles entró en declive motivado por la peste negra, que se expandió rápidamente por todos sus territorios, así como por los distintos conflictos internos que estallaron por hacerse con el poder, haciendo que con el siglo XV toda la estructura que había sostenido al Imperio Mongol y a la Horda de Oro se fragmentase en distintos estados pequeños, que recibían el nombre de “kanatos”.
Un libro que nos permite conocer más sobre un territorio no muy tratado en la bibliografía en castellano y que desmonta muchos mitos sobre un pueblo que tuvo mayor relevancia de la que se le atribuye, como fue el pueblo mongol.
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