La Cachimba: Orígenes y difusión

1.INTRODUCCIÓN. EXPANSIÓN Y CONTACTO 

Los siglos XV-XVI en el contexto histórico de la zona centroasiática es generalmente expansivo. Tres fuerzas territoriales destacan por su magnitud e influencia regional. Nos referimos al Imperio Otomano, el mogol y Persia/safávida, denominados como los “Imperios de la Pólvora”.1  

El segundo de ellos surgió gracias al nieto de Timür i-Lang /Tamerlán (1336-1405), Bābur Han, reconocido historiográficamente como primer emperador mogol desde 1526 hasta su muerte en 1530. La influencia persa durante esta primera fase imperial es indudable, aunque destaca en el arte inspiraciones timúrido-turquestaníes2. Unas inspiraciones que, por la brevedad en el trono de Bābur, no llegarán a afianzarse del todo. Tan solo y posteriormente, con la llegada al trono de Akbar el Grande se volverán a apreciar dichas reminiscencias culturales. No obstante, se consta una estrecha relación entre la corte persa safávida con la mogola hindú, ya que el segundo emperador, Humāyūn I (1530-1556) se vio en la obligación de huir a Persia tras la derrota contra las tropas del afgano Sher Shah en la Batalla de Chansa (1539). Para su fortuna, el shāh safávida Tahmāsp I de Persia le acogió3. Humāyūn experimentó un contacto directo con el arte persa de entonces, circunstancia que explica que, a su regreso en 1555 apoyado por tropas de Tahmāsp, diese una notable relevancia a la importación de azulejos persas con el fin de decorar mausoleos y edificios palaciegos. Fue tal la importancia cultural, que trajo consigo varios artistas reconocidos a su corte para iniciar lo que se conoce como estilo maghal, con formas estilísticas predominantemente persas. Estas nuevas formas se observan bien en el propio mausoleo de Humāyūn y en casi cualquier edificio de Delhi. 

Mausoleo de Humāyūn I
Mausoleo de Humāyūn I

Es indudable el influjo que provocó la Persia Safávida por todo el territorio. Fue tal la magnitud que resonó vibrantemente en todo el arte y cultura de Asia Central. El arte persa se vio inmerso en un auge nunca contemplado en su historia y la ciencia también salió considerablemente favorecida por este crecimiento. La dinastía safávida fue la encargada de garantizar este zénit cultural unitario4 en el imperio y una estabilidad más que garantizada dentro de sus fronteras. La prosperidad era indiscutible. Fue una época dorada que duró hasta su final en 1722. El inicio de reinado de la dinastía safávida en torno a 1502/3 no fue sencillo, ya que las tensiones con los otomanos no pasaban desapercibidas5. Motivo por el cual el contacto con este imperio, aunque de forma hostil, ocurrió e indudablemente trajo consigo una relativa mezcla e influencias culturales entre ambos lados, del mismo modo que ocurrió entre cristianos y musulmanes durante la fase de las cruzadas6. Sea como fuere, fue durante el segundo gobernante safávida, Tahmāsp I, que la cultura material obtuvo un mayor grado de esplendor, sobre todo referido a telas, alfombras e ilustración de manuscritos. Destacamos el manuscrito Nizāmī (hoy en el British Museum) por su brillante caligrafía y exuberante decoración. Del mismo modo, la cerámica se caracteriza por su alta calidad y resistencia. La mezcla de formas estilísticas turcas, mogolas y las incipientes safávidas creaban una mezcla de estilos artísticos nunca vista que rápidamente tuvo acogida por todo el territorio.

cuadro de Tahmāsp I
cuadro de Tahmāsp I

Referido a la ciencia y medicina, del mismo modo que la literatura y caligrafía tuvieron un peso cultural mayor respecto a otras épocas, estas ramas del conocimiento experimentaron un desarrolló similar. Somos conocedores de las aportaciones en este campo que la Persia sasánida ofreció al incipiente imperio islámico (sobre todo en la astronomía y matemáticas)7. No obstante, debemos tener en cuenta que, hasta cierto punto, el desarrollo científico de ambos imperios tomó rumbos distintos y, para estas épocas, Persia ya era una de las cabezas pensantes en este sector continental. Ya se tiene constancia de prácticas medicinales antes de la expansión árabe. De hecho, el término doctor suele concebirse como una profesión de origen persa, aunque parece ser que ya se hace alusión a un cargo similar en época griega y romana8. El doctor/médico gozaba a menudo de ostentar un cargo político o en defecto, de representación en las embajadas, por lo que solía codearse con la aristocracia e incluso el mismísimo emperador. Es decir, el médico persa fue un cargo con varios privilegios garantizados.  

La medicina y la botánica eran ramas del conocimiento que iban estrechamente ligadas por motivos obvios. Aunque la botánica y el estudio de hierbas benignas para la salud era un conocimiento adquirido de manos griegas, los persas elaboraron amplios recetarios medicinales, del mismo modo que el desarrollo de drogas químicas paliativas. Esto demuestra que Persia fue una potencia farmacéutica sin precedentes, una suerte de supremacía farmacológica que ni Europa conocería tiempo después. Grecia, Siria, pueblos nabateos; todos ellos contribuyeron al desarrollo medicinal persa conforme avanzaba la historia.  

  1. LA CACHIMBA: ¿UNA HERRAMIENTA MEDICINAL?

En la actualidad, los historiadores no son capaces de ponerse de acuerdo acerca el origen concreto de la cachimba, inventor o aspecto original. Tampoco ayuda el hecho de que el propio término varíe tanto (dependiendo de la región). Nos referimos a los conceptos de Narguile/Narikela (del sánscrito), Ghalyan, Hookah y la más difundida, cachimba/Shisha. 

Teniendo en cuenta el contexto previo, no es de extrañar que pudo haber surgido en algún punto del siglo XVI en Persia, pues la primera mención fiable de la que los historiadores disponemos data, al menos, del reinado del ya mencionado Shāh Tahmāsp I, el cual dominó lo que hoy comprendemos como territorio iraní, los extremos ponientes de Afganistán y Pakistán, parte del sur de Turkmenistán, el este de Iraq y Anatolia y todo el territorio correspondiente a las actuales Armenia y Azerbaiyán.  

Dicha mención se atribuye al poeta persa Ahle Šīrāzī (1454-1535), que denomina al narguile como ḡalyān, una especie de pipa. Aunque se considera uno de los primeros registros donde se consta la existencia de un prototipo arcaico de cachimba en las fuentes, no disponemos del documento original y la supuesta la cuarteta donde aparentemente se cita es inaccesible por algún tipo de motivo que desconocemos. Otro asunto que aclarar es que a lo largo de nuestra investigación nos hemos percatado de que se repite de manera literal la cita bibliográfica “Falsafi, II, p. 277; Semsar, 1963, p. 15”. Desconocemos su procedencia real o a qué hace alusión exactamente.  Por estos motivos, no lo tomamos como verdad absoluta.   

Otro individuo que suele aparecer mencionado es el médico persa Irfan Sāikh que, según el historiador Cyril Elgood sería introducido en el Imperio Mogol durante el reinado de Akbar i-Azam/El Grande (1556-1605)9 como alivio para jaquecas. Otro personaje relevante es Abū al-Fatḥ Gīlānī (1547-1589), mercader y médico.  A este individuo se le considera como el importador de la cachimba desde Persia hasta la corte mogola de Akbar, hijo de Humāyūn I.  Preguntas Frecuentes

Es complejo seguir el rastro primigenio de la cachimba dada la carencia de registro documental y a unas narrativas explicativas sin citas bibliográficas contrastadas. Sea como fuere, estamos seguros de que el origen de la cachimba fue safávida y que por su contexto histórico, se fue difundiendo por territorios mogoles y turcos entre los siglos XVI-XVII. En estos siglos el tabaco ya era más que conocido en estas zonas de Asia Central y en adelante lo será aún más, debido al aumento del comercio con hispanos e ingleses, puesto que para estas fechas se comenzaron a desarrollar rutas y medios de viaje más eficientes con el nuevo continente (de donde se exportaba este producto).  

Cachimba

Podemos también llegar a la conclusión de que la casuística de la cachimba fue médica; alivio de dolores, relajación y alternativas más saludables para fumar tabaco, ya que por entonces se creía que el uso de agua filtraba las partículas al quemar las hojas. Además, se añadían elementos saborizantes a las mezclas y hierbas aromáticas que potenciarían el sabor. No obstante, la naturaleza médica y su contexto cortesano indudablemente hacen pensar que la cachimba pudo ser en un cierto momento cronológico, un artículo de lujo, propio de la aristocracia y como remedio para la nobleza. 

Su uso durante el siglo XIX tuvo un crecimiento exponencial, sobre todo en los países de índole próximo oriental, destacando Siria y Turquía. Poco a poco se fue concibiendo como una herramienta social de reunión y ocio, hasta llegar a la actualidad, donde la mejora sobre su rendimiento y estética son las protagonistas. 

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