¿Qué fue el Agrarii Milites?

Hace unos meses os hablamos del libro “La caballería y el mundo caballeresco” de Fleckenstein, J. que trataba sobre la génesis y el desarrollo de la caballería en Europa, un libro que recomendamos pues nos muestra varias perspectivas sobre este proceso. En este libro encontramos un concepto que nos llamó la atención y del que vamos a hablar hoy, los agrarii milites.

Nos tenemos que situar a principios del siglo X, cuando en diferentes zonas de Europa se están desarrollando características socio-militares que de una forma u otra van a acabar cristalizando en el mundo caballeresco. El principal núcleo de estas transformaciones es Francia, concretamente el norte normando. Sin embargo vamos a hablar de la Sajonia medieval, donde nos aparece el concepto de agrarii milites que poco tiene que ver con los milites franceses. De ello nos habla el cronista Widukind de Corvey.

Según nos cuenta el cronista, con la tregua entre el rey Enrique I y las tribus magiares el rey aprovechó para reorganizar la defensa del territorio. Enrique I confió la defensa de la tierra a los campesinos, que tendrían que coordinarse con los burgos, las ciudades, para defender el territorio en las guerras defensivas.

En el sistema militar ideado por Enrique I, los denominados agrarii milites tenían que defender el suelo donde se asentaban y cultivaban, teniendo el deber de construir o ampliar los castillos de ese territorio. Estos agrarii milites eran campesinos libres que poseían pequeñas porciones de tierra, pues no eran siervos, ya que estos no poseen tierras, ni nobles, ya que estos se enmarcan dentro del milites mas al estilo francés.Agrarii Milites

En los territorios donde estaban los agrarii milites, éstos se agrupaban en grupos de nueve cofamiliares, es decir, compañeros o miembros de la misma familia. En estos grupos de cofamiliares ocho de ellos se dedicaban al trabajo agrario y uno por cada grupo se dedicaba a tareas de fortificación en representación de la totalidad del grupo que trabajaba su tierra en común.

Este reparto nos muestra que se da mas importancia a la economía que al castillo, ya que la mayor fuerza de trabajo esta dedicada al trabajo del campo y una pequeña parte a la defensa. La idea es que el castillo está al servicio de la tierra, está para defender el sustento, y no al revés.

La información que ofrece Widukind sobre su encaje en el reino de Francia Oriental (la parte germana del antiguo imperio Carolingio) no es muy precisa, sin embargo parece ser que no había ningún intermediario jerárquico entre el rey y los agrarii milites y que sirvieron para levantar muros,
almacenes y pequeños enclaves fortificados en los territorios fronterizos de Sajonia.
Estas construcciones curiosamente no se encuentran en torno a la residencia de algún noble, sino alejados de las viviendas, pero en lugares que fueran accesibles para los diferentes grupos que se encargaban de su construcción y mantenimiento. En tiempos de paz, se estimulaba que los campesinos libres que formaban estos grupos de cofamiliares utilizaran el castillo para sus asambleas, fiestas y reuniones con la idea de que se familiarizaran con el lugar en caso de ataque. Hay que tener en cuenta que la construcción correspondía a uno de cada nueve.

Este sistema duró unas cuantas décadas, donde se planteaba una defensa comunal del territorio, en la que por orden del rey los campesinos libres levantaban los castillos y a ellos correspondía su defensa. Sin embargo la época de los agrarii milites concluyó rápido. El desarrollo feudal y la multiplicación de castillos señoriales de ocupación permanente y guarnición regular relegó a los agrarii milites a un papel mas secundario en la defensa. Además con la desaparición de la amenaza húngara de las fronteras su actividad disminuye considerablemente, volviendo a sus habituales tareas agrarias.
Por tanto el concepto de agrarii milites queda como un camino truncado en la historia de la defensa y la guerra, en la que el rey mandó a los campesinos libres organizarse para construir las fortificaciones y defenderlas, dando una compleja figura entre el milites nobiliario y el campesino libre con un marcado carácter comunal.

No se nos puede escapar que este concepto bebe mucho de la tradición de la guerra germánica, que da mucha importancia al hombre libre propietario de sus tierras, sin embargo la curiosidad es que aparece en un momento donde el foco se está poniendo en los grandes linajes con grandes posesiones que son capaces de defender y controlar el territorio mediante pactos feudales que tanta importancia tendrán en la Plena y Baja Edad Media.

Podemos encontrar casos parecidos en otras zonas, por ejemplo más adelante, en la Corona de Aragón, alguna vez os hemos hablado del fuero princeps namque que solo obligaba a la gente libre a acudir a la guerra en caso de conflicto defensivo y si era el rey quien comandaba las huestes. Aquí también tenemos este aspecto de la obligación de defender el territorio, pero las diferencia es que los agrarii milites se encargaban de esta defensa, mientras que los obligados por el princeps namque no son los encargados directos, sino que acuden a una hueste comandada bajo el rey y bajo las ordenes de quien el rey delegue, no tiene este carácter de defensa comunal autogestionada (entendida la autogestión con pinzas).

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